LA EMPATÍA
EMPATÍA, es la capacidad de sentir la experiencia emocional de un otro, aún cuando no se compartan las razones que gatillan tal estado emocional o con la dimensión que la otra persona de a sus emociones. Empatizar es el acto significativo de comprensión, apoyo y escucha atenta hacia la otra persona, con la suficiente objetividad cognitiva y afectiva para aceptar el fondo y la forma de quien nos comparte sus emociones.
La escucha atenta, con todos los sentidos permite vincular con el otro, con total atención al discurso verbal y no verbal del afectado. El atender al discurso del otro sin interrumpir, en una señal de respeto esencial, como también es imprescindible mirar a los ojos, reflejar expresiones faciales, asentir con la cabeza, para hacer sentir comprendido a quien nos habla, demostrando interés y requiriendo detalles de lo que ha sucedido, en las pausas que haga naturalmente el interlocutor. Las señales no verbales, son tan complementarias como necesarias en el relato, y debemos atender a ellas con especial sutileza, esperando los tiempos individuales de respuesta, la gesticulación, entonación de la voz, pausas y acercamiento físico, a veces sólo es suficiente tomar la mano de la persona que nos está abriendo el alma, para que se sienta contenido. Se sugiere utilizar frases como “es completamente entendible que te sientas así”, “comprendo tan bien como te sientes”, “sin duda lo que te pasa es para reaccionar así”, jamás se debe invalidar, o emitir juicio sobre las emociones del otro, porque sus expresiones son parte de su mundo interno y por ende absolutamente válidas. Y es muy significativo que sienta que si requiere ayuda de algún tipo estaremos dispuestos a dársela, aunque generalmente sólo requieren verbalizar y sentirse escuchados, ello les ordena el pensamiento y de esta forma las emociones, lo que permite que tengan una actitud más saludable.
Pareciera ser poco, el escuchar atentamente a alguien, pero es un ejercicio noble y poco recurrente, y si se dimensionara cuán sanador y sanante es, todo el mundo buscaría la forma de regalar tiempo a quien lo necesita. Escuchar empáticamente es un acto que también moviliza emocionalmente al oyente, generándole un proceso de reordenamiento emocional. Por tanto, ser empático, no sólo permite mejorar las relaciones interpersonales, sino que permite desarrollar la habilidad para evitar conflictos y en su defecto ayuda a resolverlos, permite sentirse mejor persona e instala complicidad y profundidad en el vínculo, fomenta el respeto hacia el otro, y definitivamente desarrolla el liderazgo, la colaboración y la capacidad de negociación. Sobre todo si fusionamos dicha EMPATÍA con la ya presentada ASERTIVIDAD. La práctica habitual de empatía permite enriquecer nuestro mundo interior, desarrollando la capacidad de comprender diferentes puntos de vista, respetar ideas diferentes a las nuestras y ampliar nuestra visión de los mundos internos de las otras personas. En definitiva, es una habilidad social, y base significativa de la salud mental, porque enseña a escuchar, comprender, y formular preguntas conectadas con lo expresado por los otros. Y permite coconstruir relaciones basadas en la comunicación, diálogo abierto, sincero, solidifica las relaciones nutriendo las confianzas y el respeto.
Para instalar en nuestra forma de vivir tan importante habilidad social, es esencial el entrenamiento, para ello se recomienda, aprender a plantear preguntas abiertas a las personas, es decir, preguntas que permitan una respuesta más allá de un sí o un no. Ej: ¿cómo te has sentido?, ¿cómo ha ido tu vida?, ¿cómo ha funcionado lo que te habías propuesto?, etc., ello generará cercanía y dará espacio al interlocutor para expresarse abiertamente. Leer siempre es importante para ampliar horizontes, pero no sólo literatura especializada, sino también obras narrativas, que promueven identificarse con algún personaje y sentir como él va sintiendo a lo largo del relato. Por último, procurar saber siempre por medio de la comunicación los pensamientos y emociones de tus personas cercanas, (familiares, compañeros de estudio o trabajo, amigos, vecinos, etc., porque todo ser humano es una huella digital y tiene desde su individualidad mucho que aportar, desde lo más profundo de su intimidad.
Escrito por: Ethelyn Pinto